Nací y crecí en la Ciudad de Buenos Aires, un lugar que encuentro fascinante, siempre en constante cambio, y que representa una gran inspiración. Mis primeros acercamientos al arte se producen a través de la música. Con una madre pianista, crecí en un hogar donde se respiraba arte, bibliotecas gigantes y muchos hermanos con quienes jugar y explorar el mundo.
Todo esto rápidamente me permitió ahondar y conectar libremente mis emociones y descubrir la cantidad de mundos en los que uno puede existir a través de la imaginación. La abstracción infinita genera constantemente nuevas oportunidades para contar historias y me da la libertad absoluta de ir siempre más profundo. En mis trabajos me permito explorar y descubrir nuevos lenguajes además de animarme a dar voz a un momento en particular. Por supuesto, la música está siempre presente, unas veces en forma de silencio y otras como un complemento intuitivo que acompaña al momento creativo. Dentro de mí, el color, la forma, la palabra, el sonido funcionan como un todo.
Permitirme atravesar la incertidumbre, generar un mundo desde cero en cada lienzo, inventar y jugar con reglas únicas y particulares es el desafío más inmenso en sí mismo, donde la interpretación y la reinterpretación se vuelven inagotables en el proceso de creación.