Fue su padre quien le inculcó el amor por la pintura y quien le animó a asistir a talleres de pintura y lo que empezó como un hobby, hoy se ha convertido en la forma de expresión con la que se siente identificada. Es como una segunda piel. Un cuaderno y unos lápices siempre le acompañan para anotar detalles del día a día que le inspiran a seguir creando.
En los últimos tiempos se ha centrado en la técnica de la pintura oriental. “Este interés viene de hace mucho tiempo, siempre me atrajo la delicadeza en la ejecución de cada una de las composiciones que veía, comencé a investigar y estudiar. Compré libros, visité en Madrid a uno de los mejores maestros de la caligrafía china. Allí compré todo tipo de pinceles, de diferentes tamaños, cerdas diferentes, barras de tinta de colores, la piedra para deshacer estas barras en agua, y también me hice hacer mi sello chino, que estaba tallado con caracteres antiguos.”